A menudo no es fácil gestionar todos los aspectos de nuestra vida para ir «por el buen camino». Tenemos miedos, incertidumbre, euforia desmedida, una dosis importante de estrés… Imagínate, pues, cómo será criar a los niños de manera plena.
Todos trabajamos duro para hacerlo lo mejor posible, y puedo decir orgulloso que mis pequeñas Jare y Maren son el mejor ejemplo de que, sabiendo cómo actuar, el camino es mucho más sencillo.
Y quién mejor que yo, en este caso, para contarte cómo he conseguido que dos niñas de 4 y 6 años sean absolutamente felices a la vez que se han criado siguiendo unas pautas y, sobre todo, con la capacidad de seleccionar e interiorizar valores propios.
¿Cómo se puede criar a los niños para que tengan una infancia plena en todos los sentidos?
Vamos a descubrirlo ahora mismo. Estoy convencido que no estarás de acuerdo con algunos puntos que comentaré a partir de ahora. Está bien.
Empieza desde el minuto 1
Es esencial que la crianza mindfulness de tu pequeño comience desde el primer momento, al igual que lo alimentas o lo bañas.
De nada sirve decir «vamos a disfrutarlo, ya le enseñaremos cuando crezca». Es lo mismo que se dice de un gato y termina siendo el amo y señor de su casa, dando mordiscos por doquier.
Los estados de ánimo, la asimilación y otros muchos aspectos no duran en el bebé para siempre. Este cambia muy rápidamente y hay que estar con él en todos y cada uno de los momentos; esta es tu primera práctica mindfulness, ser consciente de cuán impermanente es todo.
El bebé en brazos
El bebé no debe estar en brazos continuamente. Es necesario que ambos sepáis diferenciar el momento de estar en brazos con aquellos de moisés, cuna o parque de juegos. No es fácil, lo sabemos, ¿qué padre o madre no desea coger a su hijo, aun cuando este lo está reclamando?
Sin embargo, hay que estar presente y establecer unos momentos, los cuales hay que respetar. Eso sí, es totalmente imprescindible que dichos momentos se vivan con todos los sentidos.
- Siente su calidez, sus movimientos.
- Mira los gestos cambiantes de su rostro y trata de interpretarlos, relacionándolos con las emociones que te hacen sentir.
- Enfócate en su mirada, tratando de descubrir qué piensa o siente.
- Concéntrate en tu respiración y la del pequeño. ¿Son iguales? ¿Cambian a la vez?
- Mece al bebé de manera sutil cuando tengas que levantarte, pero no como un movimiento para mecer sino como si este fuese el resultado de tus pasos.
- Permite que el peque se mueva. Para ello, sostenlo por debajo de las axilas y permite que articule las rodillas, que salte, etc.
- Debes sentir los sentimientos de tu hijo, sean buenos o malos; estos momentos harán que vuestra conexión sea aún más fuerte.
Su llanto
Está claro que oír el llanto de un hijo supone una enorme angustia. Los bebés tienen, durante sus primeros meses de vida, un fortísimo contagio; nada más acercarte van a sentir malestar si estás angustiado o miedo si padeces estrés. Trabajar esto es esencial para que tu hijo note buenos sentimientos cuando está a tu lado.
Cuando el llanto aparece no debemos desesperarnos, enfadarnos ni gritar. En lugar de ello, lo acompañaremos.
- Debemos sostener al pequeño; no nos referimos a físicamente, sino a darle nuestro sostén en todos y cada uno de los aspectos.
- Escúchale, déjalo expresarse; presta atención en qué “dice” y cómo lo hace.
- Tenlo en tu pensamiento; no dejes que se sienta abandonado.
- Respira con paz, calmadamente, de manera que el pequeño tenga una guía que seguir y a la que, poco a poco y sin darse cuenta, adaptarse.
- Háblale, arrúllale o simplemente habla, con calma, para darle serenidad y que no se ahogue en un ambiente de llanto.
- Con tu mirada hazle saber que lo estás atendiendo, pero sin lanzar juicios. Mírale de manera que sepa que estás ahí, esperando.
- Deja que te cuente, a su manera, lo que le pasa; pronto sabrás entenderlo y ayudarle.
El agradecimiento
Este ejercicio puede parecer sencillo, pero va mucho más allá de lo que creemos que sería agradecer que tienes un hijo, lo que te aporta o lo que consigues con ello. Te recomendamos una sencilla práctica que os hará sentir genial a ambos, pero a ti te servirá especialmente para darte cuenta de lo que has conseguido al formar tu propia familia.
- Elije un lugar de tu hogar que disponga de algunos metros para andar. No es necesario que sea absolutamente cómodo ni que te aporte la mayor felicidad; esto lo conseguirás por ti mismo o misma, con ayuda del bebé.
- Coge a tu bebé en brazos, baja la vista hasta él y camina deliberadamente.
- Es momento de enfocarte en qué sientes con cada paso que das; en el talón, los dedos o la planta.
- Haz lo mismo prestando atención a los sonidos. ¿Cómo son esos momentos’ ¿Escuchas tus pasos? ¿Se ven ahogados por el gorgojeo del pequeño? ¿La madera cruje? ¿Hay cánticos de pájaros cerca?
- Otro aspecto que debe acompañar a cada uno de tus pasos es el pensamiento de aprecio hacia el niño, sintiendo cómo te lo devuelve con su calidez.
- Debes elegir frases de gratitud hacia la vida que se relacionen con el pequeño y repetirlas cuantas veces consideres, en tus pensamientos o directamente diciéndoselas a tu hijo.
- Finaliza enviando buenas vibraciones y deseos tanto para el pequeño como para ti. Así leído puede parecer algo imposible pero te aseguro que, cuando te encuentras sumido en ese estado de confort y agradecimiento, se puede.
Las tan temidas crisis
Las crisis paternales se solucionan con la práctica S.T.O.P de mindfulness. Esta consiste en seguir los siguientes pasos:
- S- STOP. Así, directamente. Echa el freno, para por un momento, toma un pequeño tiempo de tu vida para dejar lo que estés haciendo.
- T-Toma un respiro. Sí, el anuncio de Kit-Kat tiene razón. A veces hay que tomar un respiro, evadirnos de lo que ocurre a nuestro alrededor. Trata de respirar lenta y profundamente y concéntrate para sentir y entender esa respiración, que te hará volver al momento presente.
- O-Observa. Debes ser capaz de reconocer qué está sucediendo, ya sea bueno o malo, relacionado contigo o externo; ten más en cuenta que nunca el mundo que te rodea.
- P-Procede. Ya has contactado con el presente, es momento de continuar con lo que tuvieses entre manos, habiendo pasado lo que habrá sido un comienzo de crisis.
Tomar en cuenta estas consideraciones hace que tus momentos sociales sean mucho más afectivos y completos.
Esta es la esencia de una crianza plena para los más pequeños; cuidarlos y cuidarte, estar en equilibrio con ellos y saber aprovechar los momentos que deben compartirse.